En días pasados El Mundo publicó unas líneas del animador Risto Mejide. Es tal la fuerza
expresada en sus líneas y la identificación que siento hacia sus conceptos y
expresiones, que me permito reproducirlas en este blog suscribiendo sin reservas cada
palabra y cada coma. Si bien Mejide no señala nombres, cargos ni
oficios, es fácil descifrar que se refiere a los prohombres que nos han llevado
a la ruina: políticos de oficio, banqueros, dirigentes empresariales, notarios,
jueces y gentuza de mal vivir.
Dais asco. Vuestra falta de
vergüenza ha llevado la nuestra hasta límites que jamás deberíamos haber
conocido. Y ahora os cubrís el culo los unos a los otros, un culo que tenéis
tan sucio que hasta las pústulas de vuestra ignominia os han invadido el
cerebro, y ya no es posible distinguir vuestras declaraciones rellenas de
mierda de la peste que emana de un zurullo común.
Dejad de desanimar a la gente. Dejad de decirnos que todo fue por nuestra culpa. Dejad de tomarnos por gilipollas. Ah, y no os atreváis a volver a decir que sois reflejo de la sociedad en la que vivís. Que si robasteis fue porque os lo pusieron delante. Que sois víctimas de un vacío legal, un entorno corrupto y una dudosa moral. Que sois reflejo de la gente, representantes elegidos por el pueblo.
Vosotros no sois pueblo, vosotros
sois escoria. Devolvedlo. Devolvedlo todo. El dinero, las propiedades, los cargos, las dietas, los sobresueldos, las comisiones, la dignidad que os quede y la honorabilidad que algún día se os supuso. Y cuando hayáis acabado, devolved la nacionalidad que se os dio por error. Porque no merecéis formar parte ni de este ni de ningún país. No hagáis ni las maletas, saltad por la borda, como las ratas, salid nadando. Y quien no sepa, que se joda, francamente nos da igual.
Pedid perdón. Disculpaos. Ante todo aquel que votó. Ante todo aquel que piensa seguir votando. Porque ellos han creído en un sistema democrático que vosotros habéis violado, sodomizado y puesto del revés.
No, yo no os concedo la presunción de inocencia. Porque cuando uno deja que ciertas cosas ocurran, acaba siendo cómplice aunque solo sea por ignorancia, por desidia u omisión.
Y por último, largaos, sí, pero sin dejar rastro. Ni se os ocurra nombrar sucesores, ni gestores, ni primos segundos que calienten vuestra silla. No tengáis la cara dura de intentar dejar un legado. Vuestro único legado será la vergüenza. Y tampoco os atreváis a interponeros nunca más entre la gente de bien y sus lícitos objetivos. Porque en este país aún quedan ciudadanos, empresas e incluso algún político honrado que construyen, que siguen luchando y que ahora ya solo tienen una misión: que no les jodáis la vida, que les dejéis hacer.
Pero sobre todo y ante todo, por lo
que más queráis, seguid ignorando estas órdenes, exigencias demagógicas de un
publicista que de vez en cuando hace el capullo en televisión.
Seguid creyendo que no pasará nada.
Porque así quedará menos para que pase.
NOTA: Ruego a los que
lean estas líneas, reenviar la columna a los cuatro vientos para que nadie albergue dudas sobre las causas de la hecatombe social que se avecina en España.