Estamos presenciando el 2º Capítulo de una telenovela de
misterio: SACYR y las Cuentitas del Gran Capitán. El 1er Capítulo comenzó con
la contratación de las obras del Canal de Panamá a un precio que era
evidentemente insuficiente. Panamá creía estar comprando carne de vaca a precio
de pollo y el carnicero planificaba estafar al cliente al mejor
estilo de los chulos de feria. Sería una operación similar a las obras de
las Comunidades Valenciana y Balear, donde se contrataba por MIL y terminaba
costando TRES MIL, con una gran tajada para los que firmaban los aumentos y pagos.
Ese ha sido el gran negocio de los contratos públicos de
España en los que SACYR y otras constructoras asentadas en Madrid, sobretodo en
el Palco del Santiago Bernabeu, arreglaban el país. Son las mismas que aparecieron en el caso de los sobres de Bárcenas, empresas que contrataban obras a cualquier precio bajo para
no llamar demasiado la atención y luego subían precios, inventaban
sobre-costos, dejaban partidas sin terminar, sustituían buenos materiales por
basura, arruinaban acabados y al final entregaban el Palacio de las Artes y
las Ciencias, el Super Estadio de Ciclismo, un Aeropuerto de Castellón y otro
en Ciudad Real, la vía férrea del AVE en Santiago de Compostela… O sea, elefantes blancos imposibles de utilizar sin correr el riesgo de muerte.
Así se ha administrado el dinero público entre los Gobiernos
de turno y las grandes constructoras, así se repartía el dinero y se llenaban
los sobres para Aznar, Felipe, Rajoy, Cospedal, R.Rato… Así acumuló 40 € millones el Sr.
Bárcenas y vaciaron las Cajas de pensiones que administraban Miguel Blesa y sus
compinches. Así seguirán construyendo el futuro de España aquellos que han
conducido los destinos de ese triste país desde que Felipe V subió al trono de
Castilla.
En Panamá la técnica defraudadora de SACYR falló. Su
estrategia tantas veces triunfal, no tomó en consideración que el Administrador
del Gobierno Panameño sería un hombre honesto y que rechazaría las propuestas para compartir el batín.
Si PP o PSOE hubieran estado gobernando en Panamá, todo habría corrido sobre ruedas. Habrían firmado un Acta subiendo precios y multiplicando partidas, una hora después habrían ordenado las transferencias bancarias acordadas y por la noche habrían repartido el botín según lo convenido. Así se hace en España, pero NO en Panamá, según parece.
¿Cómo arreglar este asunto? Es tarde para volver a ofrecer
sobornos, SACYR podría entrar en paralización financiera porque no han
aceptado su oferta y la sangre está llegando al río. Ante tal panorama Panamá está solicitando la intervención
del Gobierno Español (creyendo que está formado por personas decentes) cuyas gestiones servirán de poco pues muchos de los que
ostentan el poder están o estuvieron en la nómina de la Constructora. En vez de
pedir ayuda, Panamá debería intervenir las obras directamente y hacerse cargo reteniendo todos los materiales y maquinaria en el sitio amparándose de un Acta de Soberanía para proteger los intereses del Estado.
Ya en posesión de las obras del Canal, debería demandar
a la Constructora por todos los conceptos posibles ante los Tribunales de
Panamá y al mismo tiempo reactivar los trabajos conforme al orden siguiente:
- Liquidar todas las nóminas pendientes y recontratar al personal bajo una nueva Administración.
- Contratar una empresa solvente y calificada, preferiblemente holandesa o norteamericana, para continuar las obras de inmediato bajo la modalidad de Administración Delegada.
- Contratar dos empresas: una de supervisión técnica y otra de administración, para que vigilen la calidad de las obras e intereses económicos del Estado.
Bajo ningún respecto debería Panamá permitir que Sacyr sea
la demandante ni detenerse en legalismos antes de tomar el control de las obras
porque en las actuales circunstancias el tiempo juega a favor de la
Constructora. A Sacyr la calidad de las obras y cronología del proyecto le
importan poco. Solamente está interesada en sacar la mayor tajada posible. La
única interesada en el proyecto es Panamá y en su defensa debe dejar de lado
escrúpulos y consideraciones, recordando en todo momento que está tratando con
sinvergüenzas profesionales que emplean la Ingeniería como pretexto para
estafar sin remordimientos.