A
la muerte de Francisco Franco las corrientes de los poderes social, económico y
político optaron por probar la democracia a pesar de la oposición militar que
pretendía continuar disfrutando del poder y beneficios que ello le permitía. Quizás
fuera el temor al ruido de sables lo que condujo las conversaciones hacia los
acuerdos de la “transición política”, conscientes todos de que tras ese período
de paz provisional, deberían sentarse las bases de la paz duradera, un sistema
político democrático y moderno que garantizase la justicia social y el avance
tecnológico.


La
“transición política” ofreció unos años de tranquilidad social que permitió a
ETA bajar las armas, aunque pronto comprendieron que los enemigos de la
libertad continuaban al frente del país. Renacieron sus atentados, aunque
ninguno tan sonado como el que enseñó a Carrero Blanco los rudimentos de
la aviación. Los actos de ETA duraron hasta 2011, cuando anunció que dejaba la guerra armada. Todavía no ha entregado las armas, ni lo hará, en
previsión de lo que el Gobierno de España pudiese hacer contra sus intereses
políticos.

Este
21 de Octubre, el Tribunal de Estrasburgo ha sentenciado contra la Doctrina
Parod impuesta por España, que castiga el crimen y especialmente el terrorismo,
de manera especial. Los gritos de las víctimas de ETA han vuelto a escucharse
para rechazar la liberación de sus verdugos, un clamor que me recuerda el
silencio de las víctimas del fascismo español y el llanto de quienes nunca han
podido enterrar los restos mortales de sus seres queridos, porque el Estado obstruye su derecho a encontrarlos.

Hasta
este momento los etarras no han pedido perdón a sus víctimas; los fascistas
tampoco ¿Han sugerido los etarras que se arrepienten de sus ataques? En absoluto y
los fascistas tampoco. Las diferencias quizás se limitan a que ETA ha sido y sigue siendo perseguida por el Gobierno de
España y en cambio la Falange continúa siendo públicamente condecorada por sus crímenes, como hiciera la Representante de Madrid en Barcelona a comienzos de este año.
Lo
siento por las víctimas, de uno y otro bando, yo entre ellas porque el odio
continuará vivo en España hasta que se castigue a todos los criminales que siguen libres, igual que siguen vivos los símbolos de ambos bandos.
El odio de las víctimas continuará enfrentando a los españoles mientras los protagonistas de los crímenes sigan impunes o peor aún, recibiendo condecoraciones y disfrutando de las ganancias. Por ello el odio en España se sigue cocinando en una olla que tarde o temprano puede explotar y revertir la historia al primer cuarto del siglo pasado.