Alguien que entiende de política española afirmó recientemente que votar es una estupidez, porque si los votos de la población tuvieran la fuerza para marcar el futuro, no nos dejarían votar. Aún así, pueden acontecer actos inesperados, como la Revolución Francesa y el fin del Apartheid, que le den fuerza a los votos de la gente de a pié.



Naturalmente, la Casa Real continuará más allá de la voluntad popular, protegiendo a sus propios sinvergüenzas y continuando el negociado real de los intereses nacionales y velando porque la casta Borbón siga impoluta, a pesar de la Infanta, el padre y el cuñado.

Por su parte los catalanes aportarán sus votos, ahora muchos menos que en el pasado, para sostener en el poder a una banda de alcurnia vieja, identifica como CIU. Se trata de una combinación de los traidores taimados de Convergencia con los traidores descarados y tradicionales de Unión. El engañoso empeño de esta formación, igual que Esquerra, hacia la independencia catalana, solamente ha sido una campaña publicitaria para captar votos radicales. En realidad ninguna de esas formaciones estaba dispuesta a arriesgar ni un solo escaño en favor de Cataluña porque sus diputados valen más que el País.
Afortunadamente el ámbito político en toda España ha sufrido un terremoto de conciencia social. La población ha desbaratado los eufemismos tradicionales empleados para tomarnos el pelo y empezado a llamar las cosas por su nombre. Desde hace un par de años los policías ya no son protectores de la sociedad sino esbirros al servicio del poder.
Los banqueros, aquellos señores respetables y respetados por nuestros padres, son hoy conocidos como vulgares ladrones. A los grandes empresarios se les conoce hoy como estafadores, del Estado y de la población, y los políticos de oficio se han ganado el diploma de chusma canallesca con mención honorífica a Rodrigo Rato y Blesa.
Esta toma de conciencia ha permitido el florecimiento de nuevos actores sociales que luchan por diversas causas, desde los que defienden el derecho a la vivienda de los desvalidos, como Ada Colau, hasta los que aspiran a tomar el lugar de los canallas y disfrutar de sus beneficios, como Albert Rivera.

¿Que pasará este 24 de Mayo? No tengo ni idea, no me atrevo a sugerir tendencias ni oso opinar, porque diga lo que diga, me equivocaré. Lo que sí es seguro es que muchas cabezas caerán, pero los CAPOS de la chusma canallesca seguirán mandando porque encabezan "las listas", esos listados inapelables, plagados por las mujerzuelas y bandidos que manejan los partidos políticos.
Lo que está claro es que en estas votaciones solamente podremos deshacernos de las comparsas, porque los Fabra, Cospedal, Blesa, Aznar, Felipe González, R.Rato y los otros pesos pesados de la mierda política española seguirán coordinando y disfrutando del ordeño a España.