El
oficio del PERIODISMO en España ha sido frecuentemente criticado por diversas
razones: sectarismo social, aislacionismo político, censura previa… Más
recientemente, quienes viven de esa profesión se han quejado de que el oficio
de informar ha sido invadido por extraños, gente ajena al periodismo, piratas
culturales que desprestigian la profesión. Yo también entro en el renglón “extraños”, calificación de la que me siento
honrado viendo el uso que muchos periodistas de carrera están haciendo del
periodismo.
No
es necesario tener un mediano grado de inteligencia y perspicacia para
comprender que el oficio de informar y de analizar la realidad, no está en manos
de los periodistas. La verdad la fabrican los sectores políticos y financieros
que pagan para que se publique. Salvo contadas excepciones, son los dueños de
diarios, revistas, radioemisoras y cadenas de televisión, los administradores
de esa verdad a la que los periodistas ponen texto y voz sin importarles que
las cifras, estadísticas, realidades y consecuencias griten “mentira”.
Es
harto conocida de antemano la “verdad” que cualquier editor o columnista emitirá
sobre un hecho particular, según la identidad del que paga por sus servicios. Día
a día constatamos que tal o cual periódico se da prisa en calificar de
sinvergüenza a un ciudadano modélico,
porque a su círculo de intereses le parece conveniente. Por contraste,
el mismo diario se sentirá obligado a defender sin límites a un estafador
confeso, si así se lo ordenan sus relacionados. Razón tienen quienes afirman
que de los diarios solamente podemos creen en las fechas.
Ante
tales despropósitos, demos gracias a Dios porque el periodismo académico de
España encuentre difícil continuar su labor de lavado cerebral. Ese
despropósito esta hoy compensado gracias a periodistas aficionados que, libres
de compromisos económicos y salariales, nos damos a la tarea de contar las
cosas que suceden y de la manera que se ven a través de cristales sin aumento.
“También
los periodistas aficionados están influenciados”, se quejan algunos licenciados. Es cierto, estamos
concienciados por la realidad que nos agobia, por eso llamamos “estafa” a la
práctica de las preferentes, “sinvergüenzas” a los jueces que no imparten
justicia, “ladrones” a los políticos que cobran sobresueldos y viáticos
inexplicables. Nos quejamos de que la Fiscalía del Estado ataque a jueces y
actúe como abogado defensor de bandoleros, gritamos contra la conducta
aberrante de la Casa Real, que arrastra por las calles el nombre de España y
nos rebelamos ante el sistema electoral que ha llevado los partidos políticos,
cuerpos legislativos y órganos subordinados, a convertirse en bandas de forajidos y
mujerzuelas.
Los medios de comunicación comerciales se quejan de que los periodistas aficionados dejemos en evidencia el libreto que les dictan los partidos políticos tradicionales: aplastar la reacción social, insultar la discrepancia y difamar a cualquiera que pueda discutirles un centímetro-columna. La prensa clama por respeto a su monopolio informativo histórico con la misma fuerza que el Presidente del Congreso ordenaba desalojar al público asistente que le exigía cumplir su función de legislador en vez de cómplice de los bancos.
Demos
gracias a Internet porque permita a nuestra población escuchar la verdad en
muchas versiones, a Facebook como cadena de relaciones universales, a Twitter
por llevar las noticias instantáneamente a todos los rincones, a iPod por poner
el mundo en la palma de nuestra mano… Agradezcamos a la Red que la verdad disfruta
por fin de la oportunidad de existir sin el maquillado de los poderosos. Hoy esa
verdad existe por sí misma, vestida de mil maneras y colores diferentes, pero
sin prostituirse en las salas de prensa antes de salir a la calle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario