Estuve
este fin de semana en Manresa, capital del Bages. Dos días impregnados del
fervor histórico catalán que me han dejado una honda impresión. Como es común
en Cataluña, las fechas terribles de la Historia se conmemoran con la misma
energía que las gloriosas. Por esa razón este 6 de Julio tuvo lugar frente a la
Alcaldía una representación teatral de magnitud insospechada, que reprodujo un
trozo de la Guerra de Sucesión.
Este
sábado se conmemoraba el 300 aniversario de la quema de Manresa. El evento histórico tuvo lugar a manos de las
hordas borbónicas, que ese día entraron a la Ciudad, donde fueron recibidos y
agasajados por razones de miedo más que de hospitalidad. Por cuanto las fuerzas
de Felipe V habían escogido a la capital del Bages para demostrar su capacidad
de barbarie, luego de haberse llenado la panza con carnes y vino, ejecutaron a
todos los varones, niños y ancianas, violaron a las mujeres, que seguidamente
degollaron, saquearon la Ciudad y finalmente quemaron Manresa hasta sus raíces.
Los
actos frente al Ayuntamiento contaron con la participación de 460 actores y
cantantes, todos voluntarios, caballos, cañones, técnicos de sonidos y efectos
especiales. Esta tropa recreó la Historia a través de cuadros bien logrados cuyo
último número nos mostró la quema de Manresa a través de luces, proyecciones,
efectos sonoros, humo, pólvora quemada y fuegos artificiales. Fue una
experiencia inolvidable.
El
domingo 7, los independentistas se dieron cita en la explanada del Congost y
marcharon hasta el centro de Manresa. Está por ver las cifras oficiales de
gente que desfiló con camisetas rojas y amarillas para formar la bandera
catalana frente a la Iglesia de Cristo Rey. En todo caso la bandera desbordó el
espacio escogido para crearla. Los entusiastas portadores del gualda y oro desbordaban la plaza, a lo ancho y a lo largo, copando el paseo Pere III y la
calle Guimerá.
En
ambas circunstancias, el espacio resultó claramente insuficiente. La bandera
humana podría haber sido el doble de grande, por lo menos y al acto del sábado
asistió tanta gente que la mitad no pudo disfrutar del evento porque estaban
demasiado lejos.
Del
sábado por la noche me quedó el recuerdo del entusiasmo por participar. Del
domingo recuerdo especialmente una frase significativa: “ADIOS ESPAÑA”.
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