
Es evidente y notorio que Madrid no entiende a Cataluña. Nunca ha hecho el intento por entenderla. Al fin y al cabo Cataluña fue sometida por la fuerza en varias etapas de la historia y su pertenencia a España responde al hecho consumado de la conquista a sangre y fuego. Quizás sea esta la razón por la que Madrid no siente afecto hacia esta parte de la península Ibérica; si la apreciara habría hecho el esfuerzo por respetar su población, sus tradiciones y su cultura hasta integrarla al Reino, como supo hacer Francia. En vez de atraer a los catalanes con bondades castellanas, Madrid siguió su "exitosa" historia de fracasos americanos y gobernó mandando pero nunca convenciendo.


Desde hace tres años, cada 11 de Septiembre, Cataluña celebra La Diada saliendo masivamente a la calle recordando que en esa fecha de 1714 perdimos la condición de ciudadanos para convertirnos en siervos y para refrescarle la memoria a nuestras autoridades con el principio de subordinación al pueblo. Deben mandar obedeciendo el mandato recibido en las urnas.
Madrid y los españoles en general no pueden comprender la filosofía catalana porque son diferentes: los gobernantes de Madrid mandan y sus siervos acatan en silencio. Que el President Mas y el Parlament obedezcan los mandatos populares son un absurdo incomprensible para la élite española, un esquema fuera de su lógica absolutista. Por eso se niegan al diálogo y hablan de acatar la ley, empleándola como una camisa de fuerza en vez del instrumento que debería proveernos de la mayor felicidad posible.
Que los políticos madrileños y sus mandantes españoles se resistan a aceptar esa relación ciudadanía-gobierno que rige en Cataluña es comprensible, pero que supuestos intelectuales y politólogos españoles se alarmen y califiquen de imposible esta realidad solamente demuestra que jamás han salido de su condición de siervos ilustrados.

España debería haber empleado la palabra en vez de espadas y cañones. De haberlo hecho, quizás los catalanes, aunque seguiríamos siéndolo, sentiríamos la bandera española como propia. Hoy es demasiado tarde.
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