La muy cacareada política islamista de la Union Europea es un tema que, vista su vergonzosas ineficacia y consecuencias, debe ser analizado más allá de los enunciados oficiales. En cualquier caso, tal carencia de realidades es tenida como un éxito por los ciudadanos europeos, cabreado con las Autoridades. Para comprender tal incongruencia, enunciaremos algunas realidades:
Sumado a su rechazo a la nacionalidad europea, los musulmanes insisten en mantener costumbres y comportamientos reñidos con la cultura europea. Obedecen irreflexivamente sus tradiciones y mandamientos del Corán, que en ocasiones revisten características antisociales e inclusive criminales en nuestra sociedad, como es el caso del rechazo a la escolarización de niñas, poligamia y maltrato a la mujer, extirpaciones genitales, etc. Solo así se explica que tantos terroristas que siembran la muerte en Europa sean nacidos entre nosotros.
Ante el drama bélico del Cercano Oriente y las corrientes migratorios generadas, las Autoriades Europeas y la Presidenta de Alemania vieron la oportunidad de bañarse de humanitarismo y abrirle las puertas de nuestro Continente a los millones de musulmanes que escapaban de aquel infierno. Siguiendo las pautas establecidas por los políticos europeos, estas decisiones fueron tomadas de espaldas a la ciudadanóa y a los problemas que sufrimos en nuestra forzada convivencia con una sociedad antagónica.
Por cuanto las intenciones humanitarias de Bruselas y Berlín habrían de ser ejecutadas por los Gobiernos de los países miembros, éstos fueron convocados para recibir las órdenes pre cocinadas. Unos pocos aceptaron obedientes, otros se resistieron y algunos simplemente se han negado. Así pues, nadie debería sorprender que en Los Balcanes las cosas se estén complicando y que las fronteras se hayan cerrado dejando a cientos de miles que aspiran entrar a Europa, sufriendo hambre y frío a la intemperie.
La llegada sin control de cientos de miles de "refugiados" en los meses pasados, ha permitido la entrada de indeseables, criminales e inadaptados, que han causado problemas sociales en aquellas comunidades que les han recibido con los brazos abiertos.
La ciudad de Colonia y otros núcleos alemanes, belgas, holandeses y daneses, vieron horrorizados como las festividades navideñas eran aprovechadas por estos "refugiados", alentados por su fanatismo anti cristiano, para dedicarse con entusiasmo a violar mujeres, robar, saquear y cometer tropelías hasta colapsar las Comisarías. Más de 1.200 denuncias fueron registradas en las comisarías de Colonia durante esas dos noches infernales.
Las agresiones de Colonia podrían haber sido la segunda edición, en tierra firme, de una escena reciente acaecida en el Mediterráneo, cuando los libios que ocupaban una balsa que se dirigía a Lampedusa, echaron por la borda a los doce cristianos que partieron con ellos. Es que en el Islam maltratar y asesinar cristianos es un deporte de ejercicio libre.
Esa agresividad natural hacia la cultura de Occiente explica los atentados que los núcleos más violentos del Islam han estado protagonizando desde hace dos décadas contra nosotros, desde Nueva York hasta París, pasando por Londres y Madrid. Y no pasemos por alto los vítores que cada agresión terrorista despierta en barrios y mezquitas del mundo árabe en Africa, Asia y Europa.
Ante tales antecedentes y experiencia sufrida, es de esperar que el cumplimiento de las órdenes oficiales para que los países de Europa acepten más musulmanes en su territorio, enfrentarán gran resistencia social y local. Los europeos lamentamos los conflictos que el fanatismo musulmán en sus varias vertientes está causando en Siria e Irak y nos afecta emocionalmente el subdesarrollo del mundo árabe, pero comprendemos que nada podrá ayudarles a mejorar la miseria económica y moral que les agobia hasta que se liberen del fanatismo que los esclaviza.
Los informes e imágenes del drama que vive el mundo musulmán nos atenazan el alma, lloramos sus muertos, nos horrorizamos ante los niños ahogados en el mar Egeo, somos solidarios ante el hambre y frío que padecen, pero no aceptamos que trasladen a Europa sus campos de batalla. No vengan a pretender cambiar nuestra cultura, no nos traigan muerte y guerra, no lleguen despreciando e insultando a nuestras madres e hijas ni se crean autorizados por Alha a violar mujeres cristianas durante la Navidad.
Otros países árabes afines con su cultura deberían practicar la caridad que manda el Corán y recibirles para ofrecerles el linimiento espiritual y ayuda material que necesitan. Arabia Saudí, Egipto e Indonesia disponen de recursos para ayudarles en su dolor. Allí podrán disfrutar de campamentos preciosos y no tendrán que sufrir la cercanía de los despreciables infieles, católicos, judíos, protestantes, librepensadores, indúes, mujeres con escotes y chicas en biquinis, hombres que besan a sus parejas y otras gentes libertinas parecidas.
En vez de venir a Europa, los refugiados de Siria, Libia, Marruecos, Iraq y Pakistán, deberían acudir por ayuda en nombre de Alha a sus hermanos musulmanes ricos y su voz será escuchada.
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