El acto, había sido convocado especialmente para expresarle el sentir de los PPopulares a Cataluña, solamente para brincarle amor y pasión inconmensurable, amor de madre en la distancia, dedicación de padre en el exilio, querer profundo que sale del alma cual un torbellino de sentimientos encontrados hacia el hermano que se aleja entre las brumas, caminante de un futuro desconocido pero inevitable... En fin, lo que se dice cuando la entrepierna toma el control de la situación y le exige al cerebro su dedicación absoluta a la tarea de convencer al otro o a la otra de bajarse la cremallera.

A lo largo de varias horas y múltiples intervenciones, escuchamos frases muy inspiradas tales como:
Cataluña; Te amamos.
Yo fui muy feliz cuando vivía en Cataluña.
El PP se rinde de amor ante Cataluña.
Aquí mismo, en Barcelona, nacieron dos de mis hijos.
Me gustan las playas de Cataluña porque son de agua salada.
Cataluña es el sueño bonito de todos los españoles.
Ya quisiéramos tener en el Mar Zanares tantos barquitos como aquí.
España también es de los catalanes.
Te amo más que a mi madre.

Las más sublimes entre tantas expresiones de amor fueron la de un delegado de Toledo que confesó: "Mi familia ama tanto a Cataluña, que ayer mismo compramos una parcela en el camposanto de Gerona" y la de otro asistente que se levantó y acercándose a la bandera catalana inexplicablemente presente en el escenario, se arrodilló y dijo: "Con este beso a la Senyera quiero expresar mi amor a Cataluña y rogar el honor de que me empadronen hoy mismo en Barcelona".


Cómodamente sentados en el amplio salón de actos, había cerca de 600 asistentes a quienes se había prometido un apetitoso entremés y la oportunidad de hacerse ver por Mariano Rajoy. Podría decirse que en general se mostraban estupefactos ante tanta emotividad oficial que contrastaba con el buque de guerra que la Armada Invencible había enviado el día anterior a tomar la bahía de ROSES. Su misión no era otra que ABORDAR VALEROSAMENTE los barcos de pesca que pretendían salir a faenar para obligarles a izar la bandera de España en el palo de popa.
Un observador colado entre la multitud pudo escuchar otras demostraciones afectivas, menos rocambolescas pero más sinceras. Una de ellas englobaba el sentir general de la audiencia: "Malditos hijoutas estos catalanes. Deberíamos mandar los tanques y arrasar esta mierda".
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