Hemos
analizado someramente los aspectos más notorios de la independencia
catalana, emocionales, socio-políticos, comerciales y económicos, así como las aspiraciones que nos alientan como colectivo histórico y que España
se ha empeñado en negarnos. Veamos finalmente algunas consideraciones
importantes sobre lo que cabría esperar el año entrante y las conclusiones que esperamos
El
problema Catalán, como lo denomina despectivamente España, ha saltado al primer
plano europeo. Si la concentración en Barcelona del 2012 llamó la atención, los
actos de La Diada de este 11 de Septiembre de 2013, con más de 1.600.000 personas
formando la cadena que atravesó Cataluña desde Francia hasta la región
valenciana, demostró que más que un problema lo que existe en el Noreste de
España es un conflicto de dimensión europea.
Además
de la muchedumbre que asistió ese día al llamado por la independencia, Europa
tomó nota de otros factores implícitos:
- La política catalana no está dirigida desde la sede del Gobierno; surge claramente desde la base de la población, de manera evidentemente transversal y unitaria.
- Una concentración de tal magnitud está más allá de la capacidad de convocatoria de cualquier Gobierno de Europa. Organizar un acto que involucra a 1.600.000 personas a lo largo de 400 km, incluyendo alimentación, transporte, suministros, medicamentos y atención especial a los inválidos, niños menores y personas mayores, es un acto de dimensiones monstruosas.
- Que el transporte
y distribución de las personas se hubiera cumplido en menos de 4 horas
cubriendo distancias de hasta 300 Km, convierte el hecho en una gesta histórica,
más meritoria aún porque cada participante debió sufragar su
participación, traslado y manutención.
- Quizás lo
más asombroso de La Diada radica en que no hubo un solo hecho que
lamentar, ni un solo incidente o indisposición física que atender. Así
pues, si la organización de La Diada estaba fuera de la capacidad del
Gobierno Catalán, ha debido ser la propia sociedad civil la protagonista
del hecho y eso ratifica que los catalanes, además de organizados y
trabajadores, están decididos a lograr su independencia. Un sentimiento
tan arraigado tiene que obedecer a razones muy poderosas.
- España hará todo lo que esté a su alcance, internamente y a nivel europeo, para obstaculizar la independencia catalana. A ello respondemos: “nos harán perder tiempo y esfuerzos, pero no nos pararán”. España únicamente logrará que Cataluña se vea en la necesidad de dejar al descubierto la podredumbre de la política española, la vergonzosa servidumbre de la justicia al poder político, las acciones criminales de la banca, las perversas interioridades de su Casa Real y los negociados que políticos de oficio y contratistas ladrones han protagonizado sistemáticamente para apropiarse groseramente de las ayudas financieras facilitadas por Europa.
- España haría bien en comprender que cualquier esfuerzo o cambio de política para torcer la decisión de los catalanes, llegan tarde. Podrá retrasar la independencia pero en el camino España como Estado quedará deshonrada y suerte tendrá si su Casa Real evita ahogarse en la cloaca que ella y su corte de políticos corruptos han alimentado.
CONCLUSIONES
Damos
por sentado que la independencia de Cataluña es un hecho irreversible en pleno
desarrollo. Sabemos que la independencia reportará dificultades y
satisfacciones, ventajas y desventajas con respecto al estado actual.
Hemos
visto que las ventajas son sobradamente amplias en líneas generales frente a
las desventajas, aunque no provienen tanto de los beneficios de la
independencia en si misma, como del simple alejamiento de España. Para que el
hecho de vivir siga valiendo la pena para los catalanes, es indispensable que recuperemos
la libertad de nuestro país.
Además
de recuperar nuestra identidad y respeto, la independencia nos permitirá disponer
de todos nuestros recursos fiscales. Además, librarse del lastre de la marca
España, debería abrirle a Cataluña un abanico de oportunidades comerciales que
en el pasado se han frustrado porque la política y justicia de España tienen muy
mala fama.
Seguramente
lo más importante, será presentarnos ante el mundo con nuestra verdadera
identidad y bajo nuestra propia bandera. Con ello, además de recuperar nuestra
honra, daremos satisfacción a los viejos anhelos de nuestros antepasados.
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