
Nada mejor que las crisis para que afloren las verdades humanas. Eso es cierto en la sociedad, la economía, el deporte, en la política... Desde que Cataluña fue derrotada por los ejércitos de Francia y Castilla para someterla a esta última, nuestra región ha vivido en una inestabilidad política cíclica, las crisis que Madrid llama burlonamente "suflé catalán" y nosotros "lucha por la independencia". Gracias a esa circunstancia tan catalana, las verdades morales de sus ciudadanos más destacados surgen cual hongos en Otoño, especialmente las puestas en escena del heroísmo teatral y los actos de traición descarada.
Y es en la rama de traidores donde encontramos el renglón más productivo de la sociedad catalana. Desde tiempos inmemoriales, nuestros "botiflers" (así llamamos en Barcelona a los traidores políticos de oficio) han ocupado la primera escena y continúan llenando las páginas de prensa y los estrados de la tele.


Francesc Cambó, franquista furibundo y organizador de la Liga Catalana, fue un empresario catalán que hizo su fortuna en esta tierra. Antes de su muerte donó su amplia fortuna artística al Museo del Prado, asegurando que los catalanes no eramos dignos de tal privilegio.


Caso distinto es el de Vidal Quadras, cuyo verbo solo es empleado para ensuciar a su tierra chica.


En la misma línea, hace pocos meses descubrimos una nueva banda de traidores: el clan de los Pujol. Padre, madre, hijos e hijas, han estado traicionando a Cataluña desde hace muchos años. Por fortuna sus actos están siendo juzgados en los tribunales. Esperemos que la sentencia sea proporcional a sus actos.
Los hermanos Fernández Díaz, que se dicen catalanes, viven para traicionar a esta tierra. Sus esfuerzos solamente son comparables con los de Alicia Sánchez Camacho, de quién poco podemos agregar. Todos ellos son quesos de leche podrida traída a lomos de bestias desde España y en consecuencia, de sabor previsiblemente traicionero.
Caso distinto es el de un catalán de pura cepa: J.M. Durán y Lleida. Ese dirigente de Unidad Democrática es un digno ejemplo del "botifler" en su más pura expresión. Se dice demócrata pero ataca todo lo que ordene la Curia de Madrid. Mientras bombardea nuestras esperanzas de independencia y practica la política para atacar a Cataluña, se confiesa amante de su tierra.


Dentro de 9 meses sabremos si estos personajes han recuperado el equilibrio o si por el contrario, la etiqueta de "traidor potencial" que les hemos colgado al cuello, era la adecuada.
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