Esta columna va dedicada a cada uno de los que crearon y engrosaron el mundo de indignados del 15-M, cuyo 5º cumpleaños estamos celebrado, aunque la oligarquía europea y la española no se hayan dado por enteradas.

Mientras florecían los negocios lujosos, las financieras milagrosas, los restaurantes exóticos y las casas importadoras, en las puertas de las fábricas hacían cola los cesantes esperando la oportunidad de emplearse por un jornal mínimo.
La mano de obra descendió a niveles de esclavitud y los patrones pudieron, por primera vez desde hacía muchas décadas, despedir a los trabajadores a su antojo, sin pagarles indemnización ...

El párrafo anterior corresponde a una novela del siglo pasado, pero alguno habrá que pudiera identificarlo con la situación actual de España, cuyo Gobierno y empresarios han llevado
la relación laboral a niveles cercanos a la esclavitud. La tan cacareada recuperación económica ha generado una rentabilidad empresarial escandalosa que no redunda en la contribución con las arcas del Estado ni en un respeto mínimo por las normativas fiscales, mucho menos en la mejora de los salarios.

Tampoco la voracidad capitalista conoce límites y el Estado, más que representante de la población, actúa como colaborador de la Patronal CEOE, acordando aumentos salariales miserables del 1% con los sindicatos, para luego reírse de los acuerdos y afirmando con descaro que los trabajadores pueden irse al carajo porque de lo dicho nada.

Aquel fue uno de los regímenes más sanguinarios de América, caracterizado por la disolución de sindicatos, asesinatos masivos, encarcelamientos indefinidos en estadios de fútbol, secuestros de menores, violaciones sexuales de rutina a hombres y mujeres, latrocinio protegido por los entes oficiales, desconocimientos de los derechos civiles fundamentales y crueldad monstruosa en el trato con la sociedad.

Mariano Rajoy y la Patronal CEOE, igual que pensaban Augusto Pinochet y la alta sociedad chilena 40 años atrás, España es un territorio con 45 millones de miserables a los que ordeñan sin contemplaciones hasta que mueren. No dudo que llegado ese momento, idearán un proceso industrial para exprimir la sangre a los cadáveres y exportarla como morcillas "made in Spain".
Imitando a Hitler y Pinochet ante los reclamos populares, el PP ha dictando la Ley Mordaza contra las libertades y seguridad de las personas y a continuación ha echando los cuerpos policiales contra la población indefensa, empleando la Justicia como instrumento para amedrentar y encarcelar a la disidencia.



Pobres de aquellos países que caen bajo los caprichos del capital. Pierden los derechos civiles, degradan el trabajo, hunden la sociedad en la desesperación, rebajan sus niveles educativos y de salud y pierden el talento de sus mejores hombres y mujeres jóvenes, que optan por el exilio para ir a engrosar culturas extrañas.

Peor todavía es la suerte que espera a los habitantes del país cuyos jueces y fiscales están a las órdenes del capital, como España. En esos infiernos cualquier mujer que robe una miseria para comprarle leche a su bebé irá a la cárcel sin remedio, mientras que los banqueros que han robado cientos de millones son "amonestados" por los jueces y "castigados" con la libertad condicional automática. En esos países desgraciados donde mandan los capitalistas sin moral, un activista sindical puede ser condenado a varios años de cárcel por actuar en un piquete de huelga, mientras que el causante de la huelga, el empresario que ha estafando a sus trabajadores, será condecorado por el Jefe de Estado. Que a nadie tome estas palabras por exageraciones porque más de un dirigente empresarial español es conocido por sus desfalcos y estafas. Uno que fuera Presidente de la CEOE está en la cárcel y varios Directivos enfrentan juicios, incluyendo uno que estafó a la propia Organización.
Es comprensible que algunos lectores hayan confundido la represión del régimen totalitario de Pinochet con la actualidad española, donde Gobierno, jueces y fiscales, han pervertido los valores y la moral para hundir a la población en la miseria y entregar el País a los capitalistas corruptores que les pagan. Ello explica por qué cada vez que la oligarquía y el Gobierno alertan contra el avance de la izquierda radical, ésta se refuerza. Y también confirma las muchas razones para que Euskadi y Cataluña quieran separarse de España, cuyos votantes siguen apoyando mayoritariamente a corruptos y ladrones para que manejen el Estado.
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