sábado, 1 de febrero de 2014

OTRO AMOR QUE MURIO ¡TANTOS HAN MUERTO!

Todavía recuerdo aquellos tiempos cuando amaba España y pensaba en ella como si fuese mi patria. Eran los años de mi vida en América y de frecuentar los tablaos después del trabajo, y darle a las palmas mientras bailaores y cantaores de tercera hacían las delicias de los asistentes y arrancaban el ¡Ole España! de gargantas criollas y españolas por igual. El vino era de segunda, cargado porque el Trópico lo pica y  duraría poco con menos de 16 grados. Igual sucedía con el jamón y el manchego, ambos pasados de sal pero llegados de la Madre Patria, lo que les confería un grado de calidad emocional insuperable.

A diferencia del folklore andaluz, la fiesta de los toros nunca me gustó, me parecía y sigue considerando una barbaridad contra Natura. Torturar a un animal como hacen en las plazas, para satisfacerse con los borbotones de sangre que surgen de su garganta, no va acorde con mis principios morales. 

Pero dejemos de lado las preferencias culturales y retomemos el hilo de mi amor a España. Duró hasta que volví a la "Patria" y descubrí que de España yo solo llevaba el pasaporte. Todo lo demás era falso. Pertenezco a un paisaje despreciado por la Capital y otras tierras del Reino. Todo lo que me rodea, Cataluña, según se ufanaban en afirmar hasta hace poco los portavoces de España, es indigno de llamarse español y hasta mi idioma materno es repudiado, motivo de escarnio y proyectos de eliminación de parte oficial. Y he aquí que mi amor por España empezó a mermar y me hube de conformar con redimensionar mis afectos mediante una relación de dependencia a medio camino. Con ese amor a medias voté entusiasmado por el Estatut, pensando que dividiría mis afectos entre dos amores, pero España prefirió mantenerme como siervo antes que hijo amante.

Mi amor por España lo enterré boca abajo hace poco más de tres años, el mismo día que el Tribunal Constitucional enterró el Estatut. Desde entonces mis sentimientos han evolucionado a marchas forzadas, al paso que España ha ido imprimiendo al alejamiento con Cataluña, al ritmo de sus mentiras e insultos desmedidos desde sus órganos de difusión. Hasta mi afición por el cante jondo, el zapateo y la manzanilla han desaparecido cual recuerdos de una tierra donde los catalanes somos despreciados y calificados de avaros, aunque contribuyamos a la alimentación, educación y salud de buena parte de España. 

Mi viejo y lejano amor cambió gradualmente a desilusión y luego a una especie de odio "light", pero éste duró poco. Se transformó en lástima por los españoles y desprecio hacia su país. Lástima porque soportan callados un Estado opresor que les mantiene en  condiciones de inutilidad, desprecio porque ese Estado está secuestrado por ladrones y estafadores de oficio que lo emplean para seguirse enriqueciendo sin miramientos ni consecuencias. 

Siento lástima por los españoles desnudos de leyes que garanticen sus vidas y sus bienes  y desprecio a la justicia española, una opereta ridícula y descarada que solamente defiende los intereses de sus amos. Sentí lástima por los  soldados que volviendo del Medio Oriente fueron víctimas mortales de la codicia de sus superiores y siento desprecio, incluso asco, hacia los más altos estamentos del Estado, empezando por la Familia Real y el Presidente, que exhiben su impudicia sin recato, convencidos de que los españoles son imbéciles. 

Del hijo amante a España que una vez fui en la distancia, me he transformado en el enemigo perfecto , aquel que no la traicionaría por dinero sino por rencor y desprecio. Y como yo, puedo contar cientos entre la gente de mi barrio y millones entre los que salimos a la calle cada año para ferstejar La Diada. 

Seamos sinceros, la ruptura entre Cataluña y España ya ha tenido lugar. España se niega a reconocerlo para poder seguir chupando de la teta, pero sabe que su tiempo se acabó y que solo queda firmar el Acta Divorcio. 

miércoles, 29 de enero de 2014

GLORIOSA ASAMBLE INUTIL DEL PP

Este viernes 24 de Enero el Partido Popular escenificó durante dos días su convención en Cataluña. Cien o más fichas del partido de Gobierno vinieron a Barcelona para integrar un acto politico que debió ser proselitista y de acercamiento a la sociedad catalana, especialmente los independentistas, para convencerles de las virtudes de España y de los beneficios que prodiga a quienes estamos bajo su sombra benevolente. Veamos los acontecimientos:

LUGAR DE REUNIÓN
La Asamblea tuvo lugar en el Palacio de Congresos, a puerta cerrada y con acceso limitado a invitados, muy pocos por cierto, entre los cuales no se contaba la prensa. Los periodistas acreditados asisitieron al acto en un salón distante, donde pudieron contemplar en pantallas de TV (periodismo plasma) las intervenciones de  los oradores. Nada de ruedas de prensa, nada de cercanía, roces ni preguntas. Tampoco se vieron dirigentes populares por las calles, ni siquiera en las adyacencias, buscando el contacto con el vulgo. Los populares se cerraron a cal y canto, hablaron entre ellos, se abrazaron entre ellos, se aplaudieron ellos y al final se fueron en grupo y corriendo antes del anochecer del sábado, temerosos de que las hordas catalanas les dieran cacería.  

PROTAGONISMOS
La Asamblea estuvo prestigiada por el Presidente Mariano Rajoy, que compartió protagonismo con Mª Dolores de Cospedal, Segretaria General Nacional y con Alicia Sánchez Camacho, Secretaria General de Cataluña, afanada saltando de abrazo en abrazo y tratando de aparecer en todas las tomas de cámara. También destacó la presencia del Ministro Montoro, vuya promesa de mostrar las cifras comparadas del financiamiento aitonómico a Cataluña había despertado expectación.


CONTENIDO PROGRAMATICO
Solamente cinco intervenciones de los asambleistas podrían ser consideradas de interés para los catalanes:

Mariano Rajoy:
Advirtió que no debemos esperar por su parte reunión alguna con Artur Mas ni acercamientos con Cataluña. No habrá referendo, ni toma de opinión, ni votaciones ni nada. "Miemtras yo sea Presidente - dijo enfático - España se mantendrá unida y de los españoles".

Mª Dolores de Cospedal:
Se lució con un discurso del que solamente recuerdo quejarse asegurando que "...los catalanes pretenden llevar este asunto a machetazos". No aclaró con precisión si se trataba de cortar caña, podar cerezos o quitar cabezas.

Alicia Sánchez Camacho:
Siguiendo su ya conocida oratoria callejera, esta mujer (no señora), afirmó con rotundidad que el ambiente en Cataluña es similar al del País Vasco en tiempos de ETA. 

Jorge Fernández Díaz:
En su condición de Ministro de Interior, insisitió en su tesis: el independentismo tiene divididas a las familias catalanas. Sus miembros no se hablan, padres e hijos se odian, la Navidad no ha podido celebrarse y las fiestas de Año Nuevo fueron suspendidas para evitar males mayores. Todos comprendimos que el pobre señor se refería a su propia familia porque los demás catalanes celebramos estas fiestas con esplendor inusitado y esperanzados de un futuro mejor.

Cristobal Montoro:
Contrariamente a lo esperado, el Ministro no enseñó las cifras del financiamiento a Cataluña. Explicó en un aparte que esas cifras podrían constituir motivos de encabronamiento en los secesionistas.

CONCLUSION
Aparte de los abrazos y felicitaciones mutuas por los éxitos logrados con el Gobierno del Partido Popular, la Asamblea de Cataluña únicamente ha logrado incrementar el rechazo al Partido Popular como organización y a España como país. Nada que ver con los españoles, a quienes seguiremos considerando amigos y sufridos súbditos de una clase domimnamnte sin respeto por los derechos humanos. 
No se trató el tema de los sobres de Bárcenas, temporalmente interrumpidos por la falta de presencia del nombrado y la escasez de contratos. No se comentó el problema del desempleo y tampoco se habló de la Ley del Aborto, la Ley WERT, la privatización frustrada de los hospitales de Madrid ni de la situación incendiaria en Ucrania, un alzamiento popular que debería inducir a la revisión de los planes de seguridad civil de Fernández Díaz.
En pocas palabras, los asambleistas llegaron a la conclusión de que España es un país de éxitos, recibido por el PP en estado de misería extrema dos años atrás y llevado a la cabeza del Mundo Occidental por el Gobierno Popular.