martes, 31 de julio de 2018

INMIGRACION ESPAÑOLA


En principio la inmigración se considera un factor social beneficioso y hasta deseable porque moviliza grupos humanos dotados de energía y capacidad de sacrificio hacia otros países, gente decidida a dejarlo todo y afrontar los riesgos de un viaje precario, con frecuencia peligroso, en busca de horizontes imposibles en su país de origen. De ahí que se catalogue la inmigración como un fenómeno social beneficioso para los países receptores, cuya población se incrementa con gente adulta, físicamente capacitada para trabajar y mentalmente dispuesta a desafiar el peligro. 

Sin embargo, los movimientos migratorios masivos con frecuencia traen más problemas que beneficios, como sería el caso de grandes masas humanas motivadas por guerras y hambrunas, que se ven obligadas a escapar sin miramientos ante el cómo y dónde. Esta circunstancia obliga  a recibirlos en otros países sin control adecuado ni medidas compensatorias, lo que genera conflictos políticos, económicos, culturales, sanitarios y laborales, como se constata en Norteamérica y la Unión Europea, algunos de cuyos países se están viendo amenazados por la presión musulmana para eliminar la democracia e implantar el Corán como norma de vida.

De esos problemas los aspectos políticos y el sanitarios parecerían ser los más críticos, pero no es así. Los mayores conflictos se generan y sostienen por temas culturales que impiden a los inmigrantes integrarse a la sociedad receptora. En algunos casos el choque cultural desata violencia, como ha sucedido en Norteamérica, en otros simplemente subyace como distanciamiento inevitable que puede conducir a una lucha abierta por imponer a la fuerza la cultura extraña.  Ese sería el caso de los colectivos musulmanes que pretenden imponer normas sociales y una dieta escolar acorde con su religión, sin respeto a los hábitos alimenticios y economía del país que los ha acogido.


En Cataluña hemos recibido y siguen llegando inmigrantes de orígenes muy variado, de los cuales los más notorios y sus características son los siguientes:

EUROPEOS. Existen tres vertientes muy diferenciadas: 1) Ingleses y alemanes jubilados que  revalorizan sus pensiones bajo el sol de nuestras playas. 2) Nórdicos que vienen a trabajar y terminan trayendo a sus familias para vivir en paz entre nosotros. 3) Mafia organizada proveniente de países del Este. 

LATINOAMERCIANOS de la región andina, el Caribe y el Cono Sur, que han sabido integrarse en primera y segunda generación a nuestra cultura. Algunos centro americanos, colombianos y dominicanos han traído en su equipaje problemas graves de tipo social que es preciso combatir con energía, pero en general constituyen una inmigración satisfactoria, sin conflictos sociales.


ASIATICOS del Extremo Oriente, mayormente chinos y coreanos, cuya integración mayormente acontece en segunda generación. Se dedican al comercio y trabajos relacionados, crean sus polos poblacionales característicos y viven en paz con la sociedad a pesar del fuerte nexo que sostienen con sus países de origen.

ARABES. La inmigración llegada de los países árabes presenta aspectos mayormente negativos que la sociedad catalana ha terminado por criticar abiertamente. En lineas generales los musulmanes rechazan la integración social bajo el criterio de que los infieles (los no musulmanes) pertenecemos a una cultura inferior. Nuestras leyes deben ser ignoradas porque no siguen los principios del Corán  y deben cambiar la sociedad a su gusto y conveniencia. Al mismo tiempo, el aprovechamiento descarado de nuestros programas de  bienestar social,  salud y ayudas económicas, van más allá del propósito para el que fueron creados y constituyen una carga al Erario Público que aumenta sin pausa en detrimento de la población nativa. 

ESPAÑOLES. Existen dos vertientes claramente diferenciadas en la inmigración española: los que vinieron y siguen llegando para trabajar y labrarse un futuro y los que solamente están para atacar a Cataluña y defender las agresiones de España. La paradoja radica en que buena parte de los españoles que llegaron con la pandereta por sombrero, crearon familias que se volvieron tan catalanes o más que aquellas que identificamos con la barretina. Eso explica que  en Cataluña tengamos políticos, dirigentes sociales, artistas destacados, profesionales y técnicos con apellidos tan españoles como García, Vallejo o Sánchez. 


Sería lógico asumir que los emigrantes que escapan de países sumidos en conflictos políticos y religiosos, o víctimas de economías depauperadas, una vez recibidos por los países occidentales que disfrutan de gobiernos democráticos, culturas liberales y economías modernas, se integrarían a esas sociedades y sumarían su esfuerzo al bienestar colectivo, pero en algunos casos resulta lo contrario. 

Dejando de lado a los desadaptados que pululan en todos los grupos humanos, encontramos sociedades rústicas incapaces de integrarse a la cultura de Occidente. Europa y Cataluña son ejemplos vivos de ese fenómeno que se manifiesta con la agresión de los emigrantes recibidos contra la sociedad que los ha acogido. Constituyen migraciones indeseables que merecen el rechazo de la sociedad y deberían hacernos recapacitar sobre sus consecuencias.


Desde luego la inmigración de musulmanes ha demostrado ser negativa y motivo de conflictos culturales y religiosos, pero la peor inmigración a Cataluña ha demostrado ser la española. A pesar de que  los españoles afincados en nuestra tierra tienden a integrarse en la segunda y tercera generaciones, históricamente han traído  sus problemas políticos y el deseo español permanente de destruir Cataluña. Provenientes de regiones sumidas en la miseria de su país, una vez resueltos sus problemas de casa, comida y salud, esos inmigrantes pretenden imponernos la cultura de la que escaparon años antes, hasta el colmo de apoyar las agresiones políticas y armadas contra la sociedad que les sigue brindando bienestar. 

Ciertamente la agresión cultural más importante contra Cataluña proviene de la inmigración árabe, pero la amenaza a la paz social y cultura catalanas es una consecuencia de los españoles, muchos de los cuales llegan a creerse con derecho de amos y señores. 

Confiemos en que, una vez conseguida la independencia, nuestro Gobierno adopte previsiones para evitar que la sociedad continúe siendo agredida por estos colectivos árabes y españoles, los más negativos del mundo migratorio actual.