sábado, 13 de enero de 2018

DECIR Y HACER


En los textos dedicados al Juicio Final la Biblia,advierte que seremos juzgados por nuestros actos.No se refiere a nuestras creencias, pensamientos, promesas, argumentos, intenciones, ni siquiera propósitos firmes y juramentos formales, solamente nuestros actos.

Son los hechos que dejamos a nuestro paso la única demostración de nuestras intenciones, la evidencia de nuestra naturaleza. Las palabras se las lleva el viento, las promesas son olvidadas, los juramentos tomados a chiste y los programas de gobierno simples discursos huecos y folletines sin valor.


A quienes mienten y faltan a sus promesas les llamamos mentirosos, el fontanero que deja las cañerías goteando queda por chapucero, el electricista que "arregla" los circuitos sin probar los plomos es un estafador, pero al sinvergüenza que se presenta cual ángel impoluto y nos promete el cielo para después dedicarse a robar descaradamente, le llamamos político.

No me caba duda algunas de que en el Juicio Final, de la clase política menos del 1% pasará el cedazo de la verdad. Mariano Rajoy y su banda arderán en el Infierno. Pedro Sánchez y los suyos, igual que Albert Rivera, Pablo Iglesias y Monedero, freirán en aceite, cerca de otra olla donde Juan Carlos I y sus descendientes pagarán por el daño que causaron a los españoles y otros ingenuos que creyeron en sus promesas. En una olla más reducida pero igual de ardiente, veremos a los Pujol y sus amigos del Palau de la Música Catalana y al lado éste, otra olla donde miles de banqueros, constructores y gentes de mal vivir, estarán comentando sus fechorías mientras sus carnes arden al calor del aceite.

En un departamento aparte, jueces, juezas y fiscales españoles girarán sobre un mar de lava ardiente, ensartados cual cerdos por el culo y la boca, con aspas gigantes que les asegurarán un dorado uniforme a pesar de las llagas de vergüenza que les cubrían cuando estaban vivos.  

La justicia divina no llegará hasta dentro de unas décadas, mientras tanto  España sigue dando otra demostración de la máxima perversión política que Europa pueda imaginarse. Por un lado tenemos a dos líderes sociales en la cárcel acusados de ser agentes de la violencia a pesar de ser conocidos por su honestidad a carta cabal y pacifistas históricos, que han organizado asambleas populares millonarias en medio de un ambiente de paz admirable.

En el otro extremo contemplamos atónitos al partido político que gobierna España plagado y rodeado de sinvergüenzas. La Casa Real no se queda atrás, con familiares en primer y segundo grado del Monarca envueltos en escándalos morales, políticos y económicos y los partidos de la oposición dando ejemplo de falsedad escandalosa, prometiendo una línea de acción ajemplarizante y luego, tras las elecciones, haciendo todo lo contrario.

¿Y qué decir de la alta clase empresarial y financiera? El adjetivo "ladrones" ni siquiera les haría justicia. Son verdaderos truhanes que desvalijan a la sociedad española día a día y sin pausa, apoyados por los Gobiernos de turno a los que mantienen atados con bozales de jamón.

Y sin embargo, los españoles siguen soportando a los carroñeros sociales conocidos como partidos políticos. Poco tienen que ver la evidencias y nada que considerar tras los desastrosos resultados económicos y laborales. En la acera del frente están los políticos que han intentado cumplir sus compromisos electorales y por ello hah sido perseguidos y encerrados en las mazmorras del eso que algunos en España llaman Gobierno y otros banda de ladrones. Veamos algunos ejemplos:


Oriol Junqueras prometió durante su campaña que lucharía por la independencia de su región, Cataluña, y cumplió. Hizo más esfuerzos de lo que podría esperarse de un político, aunque fracasó y hoy está en la cárcel acusado de violencia, aunque la violencia solo vino de España. En cambio Pedro Sánchez, que prometió luchar contra el Partido Popular y sacar a Mariano Rajoy, se dio la vuelta y hoy es su máximo soporte. Oriol Junqueras es un hombre íntegro encarcelado y en cambio Pedro Sánchez es un traidor a la clase obrera que se ríe de los idiotas que lo votaron. 

Otro ejemplo clarísimo lo tenemos entre Carles Puigdemont y Mariano Rajoy. El catalán es el Presidente honesto que respeta sus promesas electorales y ha tratado de satisfacer las aspiraciones de su región: cambiar su destino independizándose de España. Hoy vive exiliado. En cambio el Presidente de España es un personaje sospechoso de cualquier cúmulo de corruptelas que ha incumplido todas sus promesas electorales, hundido al país en deudas impagables y vaciado el Tesoro de las Pensiones.

A pesar de miles de verdades innegables, en España las víctimas son despreciadas y los políticos corruptos vitoreados ¿Es posible cambiar esta situación? No, absolutamente imposible. España en su conjunto es así, irresponsable en sus actos, adoradora de asaltantes de caminos, gente obtusa en su valoración de la verdad. Por eso España está como está, hundida en la corrupción mientras se enorgullece de su falta de moral cívica y añora la represión que imperaba durante los "años felices" de la Dictadura.