miércoles, 12 de noviembre de 2014

FUTBOL ASIMETRICO


Este domingo, 9 de Noviembre, tuvo lugar en Cataluña el anunciado partido entre la Selección Española (con jugadores españoles) y el Barcelona Independientes, eso que algunos llamaron despectivamente como "charada de opinión popular". Se trató de un partido asimétrico a causa de las condiciones técnicas exigidas por las autoridades deportivas y circunstancias del partido. Mientras que la Selección Española se dedicaría a jugar libremente, a los catalanes se les exigieron varias condiciones: jugarían descalzos, con los brazos atados al cuerpo y pesas de 5 Kg sujetas a los pies. Además debían soportar calladamente las agresiones físicas de los rivales, faltas variadas, fuertes y repetidas. 


A cualquier observador imparcial podría parecerle absurdo ese partido, jugado en condiciones "asímetricas" por decir lo menos. En realidad nadie pensó que los catalanes saldrían al campo, especialmente porque el Tribunal del Deporte lo había prohibido, pero aún así los catalanes salieron a dar la cara y dieron batalla hasta ganar por 1 a 0.

Fue un gol maravillosamente elaborado, planificado desde días antes de la fecha. Los catalanes, imposibilitados para correr, debían moverse dando saltos cortos, evitando caer a cada paso y era tal el ridículo que presentaban, que resultaba lógico ver a sus oponentes revolcándose de risa en el césped. 



A lo largo del partido la grada estuvo silbando a los retadores. Los insultaba y amenazaba sin pausa y hasta botellas lanzaron contra ellos, pero nada paró a los de la casa. Marianico, el portero de los madrileños, sacando pecho de su superioridad, ni siquiera atendía al partido; prefería sonreir mirando al público y posando con autosuficiencia para los fotógrafos de los diarios capitalinos, que llenaban el ambiente con los fogonazos de sus cámaras.

El exceso de confianza de la Selección Española fue su perdición. A sus jugadores durmiendo o revolcándose de risa en el campo, se sumó el portero Rajoy que miraba triunfalmente hacia la grada y en ese momento el mediocampista catalán Oriol empujó suavemente el balón hacia Arturito que, lanzándose al suelo cuan largo era, alcanzó a golpear el balón con la cabeza y dirigirlo torpemente hacia la portería madrileña. 

En honor a la verdad no se trató de un cabezazo propiamente dicho, apenas un rebote con fuerza limitada debida a la incapacidad de movimiento del jugador, pero suficiente para rodar sobre la hierba y pasar entre las piernas del distraído portero. La grada calló y el portero quedó alelado mientras los jugadores catalanes gritaban "vivas" a todo pulmón.


El partido terminó con acusaciones de deslealtad, trampas y traición, amén de amenazas violentas y acciones legales. Los sabios juristas del deporte élite, que de fútbol de barrio saben poco o nada, aseguraron que meterían en la cárcel a los jugadores catalanes, porque ganarle al Madrid está prohibido. Pasados dos días, los ánimos siguen caldeados a causa del juicio que la Dirigencia del equipo catalán ha emitido sobre el partido y que se resume en dos palabras: "QUE SE JODAN".

La revancha ofrecida por el equipo Catalán no ha sido recibida con deportividad, antes bien, desde Moncloa, sede del equipo madrileño, han rechazado cualquier propuesta y anunciado que, "en honor a la deportividad", el partido ganado por los catalanes ha sido declarado nulo. Para desgracia de Moncloa, el mundo entero vio el partido en directo y está al tanto de los detalles y del triunfo catalán. Mejor harían los directivos madrileños demostrando un poco de sentido común y poniendo fecha para la revancha.


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