martes, 19 de agosto de 2014

ESPAÑA: UN PAIS DESGRACIAD



Que España es un país gobernado por ladrones constituye una verdad absoluta, incontestable como la ley de la gravedad, eterna y sin límites como el Universo. El Estado Español como un todo está dirigido y regulado por ladrones y sus cómplices disfrazados de políticos, fiscales, jueces, interventores, banqueros y contratistas. El Congreso en sí mismo, está constituido por ladrones descarados y colaboradores necesarios, gentuza pagada para levantar la mano cuando se lo indican sus jefes, aunque ello vaya contra los intereses de los tontos que les dieron sus votos.


Cataluña, inevitablemente regida por las muy corruptas prácticas borbónicas, no podría escapar de esa maldición. Ahí tenemos el viejo caso Palau y el nuevo escándalo Pujol, aunque no sean mayores que los muchos casos corrupción del PP, desde Aznar hasta Rajoy, ni más escandalosos que los de la era de Felipe González. Al fin y al cabo Jordi Pujol gobernó siempre en colaboración con PP y PSOE, o sea el PPSOE. 


Desde luego, por mucho que monte la cuenta de los Pujol en Suiza, no llegará ni a los talones de la Trama Gürtel, los EREs de Andalucía, la estafa pública de Caja Madrid, las barbaridades descaradas de los Fabra, los asesinatos del AVE en Galicia y los del Metro de Valencia. Es tan bestial la inmoralidad pública de España que hasta la confraternidad del Presidente de Galicia con la mafia se considera una simple travesura.

¿Acaso la podredumbre moral abarca solamente a los dos partidos políticos que han gobernado España? No, absolutamente no. El latrocinio se extiende desde la Casa Real y el Poder Ejecutivo en pleno, pasando por el Congreso y Senado, Tribunal Constitucional y Poder Judicial, abarcando la Iglesia Católica y los altos estamentos de la fuerza armada, hasta los Alcaldes de los remotos ayuntamientos que hayan negociado con algún servicio público, rezonificado un terreno o vendido algún solar de propiedad pública. 


Podríamos esperar que Artur Mas esté también metido en el ajo? Naturalmente que sí, él y los suyos ¿acaso alguien piensa que estén libres de ignorar lo que las Leyes Españolas les obligan? Porque, entiéndase bien, los funcionarios públicos españoles de elección popular y los administrativos que puedan hacerlo, están obligados a ensuciarse la manos y compartir con sus superiores todo lo que pase entre sus dedos.


El anhelo de Cataluña por su INDEPENDENCIA está enraizado en la esperanza de poder tener una Constitución que permita elegir personas decentes para gobernar y disponer de leyes, cuerpos de seguridad y tribunales de justicia que castiguen prontamente y racionalmente a quienes pretendan meter sus manos en el Tesoro Público. 



Cuando Cataluña se independice España irá irremisiblemente a la quiebra. A coro plazo el nuevo país se convertirá en un emporio de riqueza, un paraíso de paz gobernado por la ley y ese será el fin del imperio de pacotilla que los Borbón no supieron administrar, empeñados en imponer la espada por encima de la razón y la fuerza por encima de la ley.

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