lunes, 5 de enero de 2015

QUE DIOS NOS COJA CONFESADOS



Para vislumbrar el futuro recordemos un poco de Historia: a la caída de la Dictadura, surgió un aparato de gobierno sustitutivo controlado por la cúpula militar, algo lejanamente parecido a una democracia vigilada que vendieron como la panacea para el progreso. Pocos meses después, los mismos que habían mandado siempre, iniciaron las gestiones para conciliar intereses, suavizar problemas y redactar una Constitución que satisficiera a la mayor cantidad posible de factores de poder. Los ciudadanos tuvieron muy poco que decir. Así empezó la democracia que parecía útil para desarrollar al país y brindar progreso a la población bajo un sistema bipartidista que se instauró entre conservadores y socialistas.

Treinta años después ese bipartidismo había convertido la democracia en CLEPTOCRACIA y de oportunista se convirtió en descarada. Los recursos del Estado eran saqueados por los miembros del Gobierno y sus amigos, los bancos abusaban de la población indefensa, jueces y fiscales, designados y destituidos a capricho, solo estaban para obedecer los dictados de sus amos y las Fuerzas Armadas eran empleadas para amenazar cualquier atisbo de descontento. Así vino sucediendo hasta que el país se rebeló. 


Pausadamente al principio, las aglomeraciones de manifestantes se multiplicaron hasta transformarse en una sociedad abiertamente enfrentada al bipartidismo ladrón, pero el Gobierno no se inmutó. Al contrario, lanzó los perros policiales a reventar cabezas, consciente de que ese era el poder de convicción más poderoso del Estado: la violencia. 

Cuando las esperanzas de un cambio estaban a punto de disiparse, surgió en el país un mensajero de los Dioses, un héroe que ascendió desde las filas del anonimato popular hasta convertirse en el héroe nacional. Arrasando en popularidad, como demostraban las primeras encuestas, desestabilizó el aparato de Gobierno y el sistema económico dominante. Presas del miedo, los factores de poder tradicionales reaccionaron fabricando encuestas falsas, difamando al nuevo dirigente social y amenazando a la población con más violencia. Resultado: la autoridad del recién llegado se cimentó con un apoyo popular avasallador hasta preconizar su triunfo inevitable en los comicios siguientes.


Los líderes tradicionales políticos y empresariales, presas del terror ante el curso de los eventos y las amenazas del nuevo líder político, que prometía implantar la justicia popular contra los criminales del bipartidismo en cuanto llegase al poder, buscaron alianzas con sus enemigos políticos y promovieron liderazgos sustitutivos. A pesar del rechazo popular a tales maniobras y enfrentados al desprestigio de todos sus miembros, llegaron al extremo de proponer como candidata presidencial del bipartidismo a una reina de belleza (Irene Sáez), hecho que causó hilaridad social. Enfrentados a lo inevitable, los "dueños" del país optaron por corregir la pérdida de control y prestigio, crearon nuevos decretos contra la libertad de expresión y reunión y encargaron al Ejército la toma del país e implantación del terror.


A estas alturas imagino que habrán tomado nota de que no hablo de España, aunque la historia parece copiada. El país que estamos describiendo es Venezuela, cuya pujante democracia cayó en manos de bandoleros a finales del siglo pasado. En pocos años su sistema judicial se había corrompido, como en España y el prestigio de sus partidos políticos había caído tan bajo, que el Estado recurrió a la fuerza del terror para mantener a la población bajo control, el mismo camino que está recorriendo España. El nuevo héroe venezolano al que nos referíamos es Hugo Chávez, que ascendió a la Presidencia en 1999 y la dejó, víctima del cáncer, en 2011, para descender al Infierno del Dante, donde purga condena eterna en la olla Nº 258 del sótano 14. 

Los venezolanos, decepcionados de la democracia ladrona, votaron a ese personaje por dos razones de supervivencia:

1.- Chávez prometía acabar con la clase política corrupta del bipartidismo. Metería a todos los ladrones en la cárcel.

2.- Era lógicamente imposible equivocarse votando a Chávez porque ningún gobierno podría ser peor que el bipartidismo imperante.


Chávez cumplió parcialmente sus promesas. Acabó con la clase política tradicional formada por socialistas (AD) y conservadores (Copei), para sustituirla por una nueva clase de ladrones: él y sus hermanos, sus familiares, sus compañeros de armas, sus amigos y sus partidarios, que han asolado al país hasta convertirlo en uno de los mayores fracasos políticos conocidos. En la Venezuela actual el hambre y la delincuencia mandan más allá de cualquier concepto de terror. 


En ese país petrolero, las colas para comprar comida, ya sea un pollo o un paquete de harina, son kilométricas y sin esperanzas de que el sacrificio haya valido la pena. Aguardar en cola de un día para otro no asegura que consigas ni siquiera los 2 rollos de papel higiénico que las mujeres emplean ahora como toallas sanitarias.


En cuanto a la imposibilidad de equivocarse, los venezolanos descubrieron que votar por Chávez había sido un suicidio colectivo, algo así como lanzarse a un precipicio porque los que políticos tradicionales, tras 40 años robando, estaban medianamente satisfechos. En cambio los "revolucionarios rojos" de Chávez llegaron sin control ni medida de hambre y ansias de riqueza.

España se enfrenta este año 2015 a una situación parecida. Asqueados de tantos criminales en la Casa Real, el Gobierno, los bancos, la sociedad industria, la Iglesia y la impunidad que les protege, algunos españoles piensan que votando por Pablo Iglesias y sus amigos, recuperarán el país. Es tal la podredumbre moral de TODA la clase dominante española, tan grande su desfachatez para cometer tropelías, que pocos dudan de que cualquier otro pudiera ser peor. 










Desde luego, si calificásemos como administradores del país a Rajoy, Cospedal, Aguirre, Sánchez, Guerra, Chaves, Blesa, la Oriol, Rato, Ferrán y Fernández entre otros, la suma de sus calificaciones no llegarían a cero. Unos más que otros, son todos un hatajo de sinvergüenzas que ya sea hablando en directo o a través de la tele, hablan de honestidad como si de moral tuviesen algún concepto. Se vanaglorian de estar regenerando el país mientras siguen haciendo componendas legales para blindarse ente la justicia. 

En el bando del frente, a los chicos de Podemos ni siquiera podríamos calificarles en capacidad y moral, porque nunca han gobernado. Esa circunstancia constituye un riesgo, aunque creer que la experiencia en política española es necesaria, tampoco parece conveniente, vistos los resultados dejados por aquellos que llevan 35 años mandando.
Queremos creer que los jóvenes de Podemos podrían hacerlo bien pero no hay manera de saberlo. En consecuencia, aquellos que voten por Podemos estarán poniendo el país en riesgo, seguramente para evitar el riesgo conocido de seguir con el bipartidismo.





Ante tal disyuntiva ¿Qué hacer y cómo votar? les diré cómo YO voy a votar este año, sin que ello signifique que sea el mejor juicio.


Para las MUNICIPALES: votaré por el partido regional más radical, uno que me asegure la defensa de los intereses de mi región ante cualquier intento centralista de Madrid. En ningún caso votaré por aquellos partidos con opciones de triunfo en la Asamblea Nacional, ni siquiera a Podemos.

Para las NACIONALES: votaré por los socialistas, ya sean de extrema o verdes Conscientes de que NO ganarán, les daré mi voto porque ayudarán a nivelar al poder central entre Podemos, PSOE y PP. Si hay una situación que considero aberrante es que un partido político tenga mayoría para gobernar por decretos, como el PP, o que un par de partidos puedan ponerse e acuerdo en todo para repartirse los cargos y esconderse en la tele para seguir robando.

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