viernes, 28 de noviembre de 2014

EL SI - SI CONTRA EL HOMBLIGO DEL MUNDO



No termina de sorprenderme la tozudez de la sociedad política y mediática española ante la realidad catalana. Ambos organismos se mantienen inalterablemente empeñados en leerla conforme a sus esperanzas. Se trata de una interpretación sostenidamente ausente de los acontecimientos que se van cumpliendo sin pausa, uno tras otro, de acuerdo con la agenda pautada desde la Generalitat.


 Pareciera no importarles que el Gobierno de Mariano Rajoy ya no influya al Sureste de los Pirineos; que se considere a la Fiscalía cual un ridículo apéndice del Ejecutivo y que el Tribunal Constitucional haya perdido hasta el último fleco de autoridad moral y política. Los que mandan en Madrid han optado históricamente por desconocer la realidad que diariamente se estampa contra sus mofletes, felices en su ignorancia mientras gritan advertencias y amenazas cual garrote legal.


Mientras tanto en Cataluña vamos a nuestro aire. Al Constitucional que le den y a la Fiscalía General también. A Mariano ya le dimos y volveremos a darle cada vez que nos enseñe sus posaderas. Ese pobre hombre, insignificante imitador de estadista, no se cansa de hacer el ridículo en su afán de emplear la ley como parapeto de papel. Hasta con 11 meses de antelación le advertimos que pondríamos las urnas en la calle y que votaríamos el 9 de Noviembre. Ni así supo pararnos y cumplida la advertencia, el huesped de La Moncloa se ganó una reprimenda pública del Comandante General del Ejército.

Hace apenas 2 días el President Mas, un estadista y estratega político de primerísimo orden, anunció al mundo que votaríamos por la INDEPENDENCIA antes de 18 meses y lo haremos. Pero no será la política catalana ni los partidos los protagonistas de esa gesta. 
Seremos todos los catalanes constituidos en organización política: los mejores maestros, médicos, industriales, científicos, sindicalistas, juristas, deportistas y componentes de la sociedad civil en general, acompañados por los dirigentes políticos más conspicuos, asumirán la responsabilidad de dirigir la campaña, administrar el Parlament, redactar las leyes y protagonizar la Asamblea Constituyente. 


La Unión Europea, hasta hace pocos días observadora aparentemente pasiva del proceso catalán, ha empezado a moverse. Le preocupa la perspectiva de que uno de sus motores económicos pudiera derivar fuera de sus intereses. Que a nadie sorprendan las acciones que pudieran generarse en Bruselas, conscientes de que la ineptitud política y evidentes carencias morales del Gobierno de España, han llevado el tema catalán más allá del punto sin retorno.


Ya nos hemos habituado a que los mandamases de Madrid se tapen los ojos para evitar la vista de la muerte anunciada. Eso trabaja en nuestro favor. Hacer negocios con un tonto siempre ofrece ventajas, lo que nos permite asegurar que nadie podrá pararnos en nuestro viaje hacia Itaca. 

Nuestros enemigos, convencidos de ser el ombligo del mundo, no están interesados en ver la realidad. Les interesa más ocuparse de los cuentos del pequeño Nicolás, de sus aventuras como agente recaudador de La Moncloa o disfrazado de espía deslizándose entre las bambalinas del Servicio Secreto. La prensa madrileña deleita a su audiencia situando al nuevo héroe castellano entre los protagonistas de la Histoia mientras ensalza sus piruetas de avezado político popular hasta presentarlo ante el Rey, estrechando su mano en la recepción oficial de la coronación. 

Así anda España.



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