viernes, 5 de diciembre de 2014

CAMBIO DE TERCIO EN LA MONCLOA



A pesar del empeño de Marianico por mantener su cuadrilla inalterable, los cambios siguen su curso inevitable en La Moncloa. Dos meses atrás sucumbió el Ministro de Justicia y para reemplazarle le tocó la suerte a un profesional de la historia del fascismo, un joven abogado que jamás a dejado de soñar con la gloriosa colaboración de sus antepasados con el Régimen Franquista.  Ese es el hombre que sustituyó en el Ministerio al avezado fabricante de odios y maldiciones. 

Se trató de un cambio sin pena ni gloria porque ese Ministerio nunca ha permitido cosechar "méritos" de valía. Solo existe para manipular la Fiscalía del Estado y guardar las espaldas a miles de sinvergüenzas y ladrones, ofender a las mujeres y destruir los sueños. No hay fortuna en ese puesto ni oportunidades para batallas heroicas como la que libra Marianico contra las huestes catalanas. 
El único acto realmente ibérico del Ministro defenestrado, fue pretender embargar los úteros de las mujeres españolas, pero éstas rechazaron sacrificarse por España y lo mandaron a la mierda sin las debidas consideraciones.  

El reciente cambio en el Ministerio de Salud es harina de otro costal. Allí si que hay "méritos" al alcance de la mano. Pensemos en los cientos de hospitales públicos que pueden venderse a precio de gallina flaca y repartirse las propinas. Ese Ministerio, junto con los de Industria y Defensa, constituyen las grandes fuentes de "méritos" en España. Quien lo dude puede preguntar a Magdalena Alvarez de donde salieron sus ahorros y a Morenés por la multiplicación de sus intereses en la industria de armamento. 

El actual Ministro de Industria, escrupuloso caballero de origen canario, se ha hinchado de "méritos" con el negocio de Castor. En menos de 2 meses ganó más de 30 millones de "méritos" a costa de mil terremotos en la costa mediterránea. Y más se va a meter con las explotaciones petroleras en las costas de Canarias, a pesar de que sus paisanos estén empeñados en torpedear la gloriosa gesta petrolera de Repsol.


Pido excusas por la deriva. El entusiasmo me llevó a meterme en temas paralelos. Corrijamos y regresemos al tema que nos interesa: el cambio en Sanidad. Inicialmente el nombramiento había recaído en el pequeño Nicolás, pero su falta de méritos académicos lo descalificó; no había hecho los pos grados obligados que podrían satisfacer la moral impoluta del PP: Extorsión, Sobreprecios, Saqueos, Negociados, Falsedad Documental  y materias afines. 
El chico estaba preparado para el cargo, qué duda cabe, y gozaba del favor del Rey, a cuya coronación asistió por invitación personal del Monarca, pero la honorabilidad del PP recomienda que acumule mayor experiencia y que cumpla satisfactoriamente tres o cuatro desfalcos previos. 

Para nadie es un secreto que la ex ministra de Sanidad llegó al cargo con un curriculum-vitae excepcional, un bagaje de conocimientos al alcance de muy pocos. Antes de asumir la jugosa privatización de la salud pública, había sido capaz de viajar por Europa y América sin preocuparse de quién pagaba los pasajes, hoteles y restaurantes, montaba fiestas sin enterarse de los gastos de payasos y confeti, conducía coches de alta gama y un Jaguar sin enterarse de su existencia y recibía regalos sin preguntar su origen. 


En consecuencia, creemos que Alfonso Alonso es muy capaz de calzar los zapatos de su antecesora en el Ministerio de Sanidad y felicitamos su nombramiento. Entendemos que el feliz Ministro no se un profesional de la salud, no es médico ni administrador de hospitales, ni siquiera enfermero o camillero con experiencia en el ramo, o sea que de hospitales solo ha visto el techo cuando le ha examinado al especialista. Pero es un político que ha sabido colgarse de la rama indicada, un amigo de Marianico con diversos pos grados que aplicará con diligencia y premura. Igual que Blesa, Rato, Fabra y otros prohombres del PP, Alonso cubre todas las expectativas técnicas indispensables para integrar el Ejecutivo con el Partido Popular. 


Sin complejos ante la rutilante trayectoria de la ex ministra de Sanidad, Alonso acometerá el reto con decisión . Como ella, pero con mayor velocidad, entregará lo que queda del sistema de salud a empresas fantasmas. Lo hará patrióticamente, recibiendo a cambio algunos millones de "méritos". Si una mujer sin estudios, además de idiota, muda y ciega, fue capaz de desmontar la salud en Madrid y Valencia (además de traer alegremente el ébola a España), imaginemos lo que puede hacer un político del PP, avezado en el arte de calificar de sobresueldos los robos vulgares y de llamar parlamentarios a ladrones comunes. 



Solamente nos resta recomendarle al feliz Ministro que, a diferencia de Luis Bárcenas, no se le ocurra llevar cuenta detallada de la contabilidad de los "méritos". Es preferible confiar en la memoria, más fácil de reajustar a la necesidad que una cifra escrita. Pero sea cual fuere el caso, debemos felicitar a Alfonso Alonso por su nueva oportunidad. Ya le tocaba asegurarse el futuro y el de sus hijos, nietos y bisnietos.


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