sábado, 27 de enero de 2018

FOTOGRAFIA DE UNA CALAVERA


En estos días Inés Arrimadas defendía la prisión para Jordi Sánchez y Jordi Cuixart repitiendo insistentemente varias mentiras, principalmente que habían sido estos líderes sociales los que habían conducido la gente ante la Consellería de Administración en Barcelona para cercar a los guardias civiles que estaban buscando material informático en el lugar. Agrega que habían amenazado físicamente a los guardias y destruido el monovolumen de servicio que estaba frente a la entrada, en la calle, subiéndose sobre el techo para enardecer a la multitud.

Para justificar aún más su petición de encarcelamiento eterno contra los Jordis, Inés Arrimadas anunciaba que en Francia, a un manifestante que había incendiado un coche policial, lo habían condenado a siete (7) años de cárcel, o sea que treinta años para un par de delincuentes como los Jordis sería barato.

Aclaremos conceptos y circunstancias:

1º El encarcelamiento de los Jordis obedece al odio, sed de venganza por el ridículo que ayudaron a organizar contra el Gobierno de España empeñado en impedir que los catalanes expresasen sus ideas sobre la Independencia de su tierra.


2º Sánchez y Fuichart se enteraron de la invasión a la Consellería de Administración a través del móvil, como todo el mundo, y de la masiva respuesta del público. No se apersonaron en el sitio hasta varias horas después, en horas de la tarde, para permitir que la Guardia Civil sintiera el rechazo que sus actos provocaban en la población y el mundo pudiera constatar el sentimiento de Cataluña.
3º Cuando llegaron al sitio, estos dirigentes enfrentaron dificultades para llegar hasta la entrada de la Consellería debido a la cantidad de manifestantes presentes. A su llegada el lugar estaba empapelado con lemas de libertad y el monovolumen oficial prácticamente destruido, víctima de la reacción popular.

4º En compañía de varios mossos d’Escuadra, Sánchez y Cuixart se ofrecieron para acompañar y proteger a los guardias civiles que se encontraban en la Consellería, hasta donde dijeran. Los “muy valientes” guardias civiles que días después apalearían ancianas indefensas, se negaron a asomar la nariz fuera de las puertas del edificio hasta que llegasen refuerzos armados.

5º La multitud que rodeaba la Consellería de Administración se disolvió por órdenes de Jordi Sánchez y Jordo Cuixart. Ambos subieron al techo del monovolumen ya destrozado, para exigir a la gente que se dispersara antes de que los refuerzos pedidos desde el interior del edificio llegasen y disolvieran la escena con las armas.

Así pues, el caso contra los Jordis es un vulgar montaje del Gobierno corruPPtísimo de Mariano Rajoy para vengarse del ridículo en el que los Jordis los dejaron el 1º de Octubre. Sin armas ni vehículos, sin 12.000 policías ni recursos infinitos, Cataluña logró poner en los seis mil y más centros de votación las urnas, papeletas y listas de control. Ese es el "pecado" de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart.

La reacción del Estado Español, de Rajoy, Zoido, Arrimads, Soraya y el resto de esa chusma política y de los jueces a su servicio  es la típica actitud de una banda que no entiende el significado de gobernar, democracia ni honor.


La única casi verdad que dijo la Inés Arrimadas en estos días es que en Francia condenaron a un hombre por prenderle fuego a un coche policial, pero la muy bastarda dirigente de Ciutadans obvió mencionar un detalle despreciable para ella: que en el coche policial francés había una persona viva, el policía que conducía la patrulla, quien sufrió quemaduras de tercer grado antes de poder salir del vehículo.

Por tratarse de una falangista disfrazada de demócrata, es comprensible su costumbre de mentir, una virtud propia de gente como Rajoy, Bárcenas, Rodrigo Rato, Aznar, Catalá y Cospedal, aunque en este caso la infamia va dirigida contra dos personas dignas, pacíficas, ambos voceros de la no violencia, que están siendo degradados a la vista del público por sus ideas políticas. Las familias de los Jordis también están sufriendo un castigo terrible por el pecado de ser honorables, una característica desconocida en la mayoría de los círculos políticos cuyas familias son cómplices solidarios de los protagonistas, especialmente las que provienen de los ismos más sangrientos del Siglo XX: el franquismo, el nazismo, el fascismo y el comunismo.

El título de esta columna, FOTOGRAFIA DE UNA CALAVERA, se refiere a lo que veríamos de Inés Arrimadas si la librásemos de la hipocresía que constituye su esencia, si le quitásemos la herencia fascista que su padre, policía secreto de Francisco Franco, y su tío, Jefe de Falange en Castilla La Mancha, dejaron en ella. Una dura calavera sería lo que quedase si lográramos despojarla del odio que ha cultivado desde su infancia contra Cataluña, porque su familia fue echada de esta tierra y tuvo que volver a Jerez después de caer la Dictadura.

La calavera es la verdadera imagen de Inés Arrimadas, igual que Albert Rivera, vulgares calaveras cubiertas de odio y mentiras. No olvidemos que la belleza exterior únicamente una pizca de grueso; cuando lo quitas solo hay sangre, carne cruda y tendones y más allá huesos duros como las calaveras.


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